Los datos conocidos sobre esta autora son muy escasos, su imagen y su obra pasaron desapercibidas para sus contemporáneos y para la historia de la literatura. Tal vez influyó en ello que la relación que esta autora mantuvo con los a círculos literarios, especialmente con la escuela Sevillana fuera de amistad, puesto que durante su vida Amparo López del Baño y Alfaya no se presentó a concursos, no participó con sus poemas en los periódicos y no dio su obra a las prensas sino después de su muerte. Pese a que afamados autores la animaron a ello, entre los que destacan Martínez de la Rosa, Quintana, Ayala, Zorrilla y Alarcón .
Nacida en el primer tercio del siglo XIX, Amparo sabía que sus poemas no serían comprendidos por sus contemporáneos, no solo por la censura a la que la sometería sociedad de su tiempo por ser "poetisa", sino también y mucho más probablemente porque sabía que la expresión sincera y abierta de sus sentimientos amorosos no se encontraba dentro de las estrictas formas que la sociedad marcaba para una mujer.
Adelantarse a su tiempo tendría
un coste mayor del que ella podía o quería pagar y por ello se censuró y no
permitió que su obra viera la luz hasta después de su muerte. La publicación
se la dejó encargada a D. Santiago López Moreno que 1892 se ocupó de la
preparación del volumen y del prólogo en él daba noticia de la autora y
trataba de explicar el motivo por el que no quiso que los poemas en los que
exponía los deseos de su alma estuvieran al alcance del público.
Difícilmente puede pintarse con más sencillez, con más verdad, con más vivos
colores lo que hace falta a una mujer amante, que no ha realizado nunca su
amor en este mundo; ¡un alma! Pero como por aquí no andan las almas sin la
envoltura corporal quien pedía un alma pedía también un cuerpo, y como es
sabido que en el amor no impera la ley de los semejantes siendo cosa notoria
que la oposición de los contrarios produce la armonía, bien se refleja en
tan sentido lamento el vacío insustituible del amor humano que en su alma
sentía (1892).
Estas palabras del prologuista se unen a las de Amantina Cobos de Villalobos
cuando indica que fue una mujer de talento extraordinario muy culta con
conocimientos de historia, astronomía, filosofía y ciencias morales que
hablaba inglés, francés, alemán e italiano y que se trató de un espíritu que
encarnó en época distinta a la suya y por tanto la sociedad no pudo
aprovecharse de su aportación.
Si hubiese nacido en los siglos XVI o XVII, su malogrado amor la habría
llevado al claustro, y allí en mística poesía, se hubiese evaporado el dulce
fuego de su alma; perteneciendo a época más actual, brillaría en las altas
esferas de la literatura, ahogando su dolor entre los aplausos de sus
admiradores y el torbellino de la vida moderna. Pero nació a principios del
siglo XIX, en ocasión poco propicia para explayar su espíritu con filosofías
un tanto panteístas, que hubiera escandalizado oír de labios femeninos...
(Cobos, 1917).
La vida de esta autora permaneció en el olvido hasta 1917, fecha en la que
Amantina Cobos preparó este volumen acerca de sevillanas ilustres prologado
por D. Santiago Montoto que se refirió brevemente a algunas de ellas.
Concretamente de la autora de Poesías (1892) decía: "Amparo del Baño,
ignorada en vida y glorificada en muerte, aquejada del mal de la duda, ese
gusano roedor que se halla en el fondo de todo conocimiento humano" (Cobos,
1892). En las páginas dedicadas a su semblanza Amantina decía que los
datos biográficos acerca de la poeta los había recibido gracias a la bondad
de una ilustre dama y de un insigne literato, cuyos nombres no menciona,
aunque sí hace referencia al hecho de que sus poemas amorosos no son una
recreación literaria sino que obedecen a un hecho real. Amparo vivió una
pasión real y correspondida, pero desgraciadamente él murió y ella se retiró
a su casa de San Juan de Aznalfarache donde se dedicó a escribir.
Poesías (1892)
Soler
Arteaga, M.ª Jesús (2006): "Selección léxica y autocensura en la obra de
Amparo López del Baño", en Escritoras y pensadoras europeas. Ed. Arcibel.
Sevilla.
Soler Arteaga, M.ª Jesús (2006): Palabras, palabras, palabras... Poetas
románticas sevillanas. Ed. Arcibel. Sevilla.
¡AY DE MÍ!
¡Qué si he amado decís! Estos cabellos
antes de la vejez blancos y escasos,
la eterna palidez de mi semblante,
mis ojos abatidos y nublados,
la orla azul que circunda mi mejilla,
el pliegue desdeñoso de mis labios
el eco melancólico y doliente
que de mi voz resuena cuando hablo,
el tosco desaliño de mi traje,
mi talle juvenil encorvado,
la expresión indolente y descuidada
de todo cuanto digo y cuanto hago,
la nube de tristeza y de amargura,
que cubre mi semblante ya hace años,
¿no están diciendo a voces, que es mi vida
un gemido de amor continuado?
Fuente: M.ª Jesús Soler Arteaga. Profesora de lengua y literatura e investigadora del grupo Escritoras y escrituras de la Universidad de Sevilla.