SOCIEDAD ANÓNIMA CROS
Fábrica de Cros antiguamente ubicada en San Juan de Aznalfarache
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Cros a mediados de los años 60. Foto enviada por José González
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Cros es más que octogenaria. Nació en 1904, de la mano de Amadeo Cros, que aportó las factorías de productos químicos instaladas, primero en Sans y más tarde en Badalona, por su ascendiente directo Francisco Cros y el hijo de éste, Juan Francisco Cros, francés de Montpellier, llegó a Cataluña en 1817, "no se sabe si por razones políticas", como explican en la casa, "pero en todo caso con dinero y tecnología química".
La nueva Cros, fundada con un capital de 7,5 millones de pesetas,
rápidamente multiplicó su actividad, al compás de la segunda ola de la
revolución industrial. En su primer año, 1904, ya obtuvo 409.000 pesetas de
beneficios. En 1920, con un capital de 20 millones, la rentabilidad fue de 4
millones. En 1947, con 200 millones de capital, ganó 34 millones.
Los primeros estatutos fijaban que "Amadeo Cros será presidente
mientras quiera serlo" y le asignaban 30.000 pesetas anuales de por vida,
aparte de la renta de sus acciones. Después ya se introdujo la elección
anual del presidente.
Familias y guerra
En el mercado sólo había, importaciones aparte, otra competidora, Unión Española de Explosivos, fundada en 1896. Pronto Cros sería una empresa puntera en la Bolsa, si bien un reducido número de familias de la alta burguesía de Barcelona -con intereses en el textil o la banca- ostentaban paquetes de control y los primeros puestos del consejo. Algunos apellidos clásicos en la empresa son los correspondientes a sus presidentes: Amadeo Cros (1904-1916), Eduardo Maristany (1916-1941), Fancisco Ripoll (1941-1958) y Josep -Pepe- Valls Taberner (1958-1965).
Como en otros casos, la primera Gran Guerra sirvió de acicate: al
cortarse las importaciones, se expandió la producción interna. Los felices y
traumáticos veinte fueron felices para la empresa Los cambios económicos
iniciadas en el transporte y en la industria empezaron, aunque tímidamente,
a propagarse también en el campo. Agua de mayo para su principal producto,
los abonos, cuyo mercado aumentó vertiginosamente.
Hasta tal punto que se necesitó nueva savia, que también vino de
Francia. En 1926, la Sociedad Unión Espagnole de Fabriques d'Engrais de
Produits Chimiques et de Superphosphates, de París, aportó sus fábricas en
Valencia, Alicante y Málaga, valoradas en 6,4 millones de pesetas. El nuevo
socio, representado por Crédito y Docks, recibió un paquete de acciones. El
mismo año Cros acordó su primera emisión de obligaciones: 60.000 títulos de
500 pesetas al 6%.
Durante la guerra civil, el presidente, Francisco Ripoll, se
domicilió en Burgos, y las fábricas quedaron a uno y otro lado de la
trinchera (Badalona, Valencia y Alicante con la República y Málaga y Sevilla
con el alzamiento). Luego se abrió una postguerra de gran expansión
comercial. La importación de fosfatos, que había llegado a 542.000 toneladas
entre 1931 y 1935, se redujo a 231.000 toneladas entre 1941 y 1946."No había
de nada y se vendía todo, y a precios altos", recuerdan en la sociedad. En
1946, Cros aumentó el capital hasta 200 millones. Su plácida postguerra se
prolongó durante los años cincuenta.
Explosivos y Cros fueron durante estos años en paralelo, con
niveles de producción parecidos, compitiendo y colaborando. En 1947 Unión
Española de Explosivos (UEE) y Cros crearon Proquiber (Productos Químicos
Ibéricos) para repartirse mercados y señalizar las zonas de influencia.
La colaboración aumentó. En 1966 existían ya planes de inversión
comunes, una organización conjunta para la comercialización y consenso sobre
la necesidad de llegar a acuerdos "más concretos". Pero la intentada fusión
se frustró porque cada grupo exigía la presidencia.
En el verano de 1969 se fusionaron Unión Española de Explosivos y
la Compañía Española de Minas de Riotinto. Era un ambicioso proyecto
integrar dos grandes complejos complementarios. "Constituye sólo un primer
paso en el camino de la concentración química en España", declaró a la junta
de Explosivos con entusiasmo el frío consejero-delegado de Explosivos, y
fautor de la operación, Leopoldo Calvo Sotelo.
ERT se convirtió en un gigante, tomando distancias sobre su rival.
Las diferencias de volumen agrandadas por la obtención de la concesión, de
la refinería de Huelva, en competencia con Cros, crecieron hasta el punto
de que hoy la facturación de ERT quintuplica la de Cros, e hicieron aumentar
las distancias en el camino hacia la fusión.
Otros hechos vendrían a complicar las cosas, la fundación, en 1973,
de una empresa pública de abonos, Enfersa, recibida con desagrado por los
privados. Pero para entonces, el mercado se había ido enrareciendo, siempre
sujeto a los precios autorizados, y en Cros se asistía a la toma del control
por un grupo griego.
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Cuadro de la fábrica de Cros, al parecer es una foto-pintura (en color), medidas de 1 metro por 70/90 centímetros aproximadamente. (año 1.968). Foto enviada por Felipe López. |
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Cuadro de la fábrica de Cros, otra vista con el Guadalquivir y barcos cargando los productos químicos para su destino. (año 1.968). Foto enviada por Felipe López. |
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Cros a mediados de los años 80. Foto enviada por José González |
Fuente: ANDREU MISSÉ / XAVIER
VIDAL-FOLCH, - Texto publicado en el País - Barcelona - 23/09/1987
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